sábado, 17 de noviembre de 2007

FEDERICO GARCÍA LORCA, duende andaluz.


El poeta que va a hacer un poema, tiene la sensacion vaga de que va a una cacería en un bosque lejanísimo... delicados aires enfrían el cristal de sus ojos. La luna redonda como una cuerna de blanco metal, suena en el silencio de las ramas últimas. Ciervos blancos aparecen en los claros de los troncos. La noche entera se recoge bajo una pantalla de rumor. Aguas profundas y quietas cabrillean entre los juncos....hay que salir. Yeste es el momento peligroso para el poeta. El poeta debe llevar un plano de los sitios que va a recorrer y debe estar seguro frente a las mil bellezas y las mil fealdades disfrazadas de belleza que han de pasar por sus ojos. Debe tapar sus oidos como Ulises frente a las sirenas y debe lanzar sus flechas sobre las metáforas vivas, y no figuradas o falsas,que le van acompañando.
Momento peligroso si el poeta se entrega, porque, como lo haga no podrá nunca levantar su obra.
El poeta debe ir limpio y sereno a su cacería, hasta disfrazado. Se mantendrá firme ante los espejismos y acechará cautelosamente las carnes palpitantes y reales que armonicen con el plano del poema que lleva entrevisto, y ahí aparecera ese duende andaluz que es el espíritu de la tierra que produce un entusiasmo casi religioso, en el que no hay filosofo que lo explique, solo se siente y que viene de un fondo comun incontrolable y estremecido, ese duende es el misterio, las raices que se clavan en el limo que todos conocemos, que todos ignoramos, pero de donde nos llega lo que es sustancial en el arte.

El estado de inspiración es un estado de recogimiento, pero no de dinamismo creativo. Hay que reposar la visión del concepto para que se clarifique. No creo que ningun gran artista trabaje en estado de fiebre, aún los misticos trabajan cuando ya la inefable paloma del espíritu santo abandona sus celdas y se va perdiendo en las nubes. SE VUELVE DE LA INSPIRACION COMO SE VUELVE DE UN PAIS EXTRANJERO. El poema es la narración del viaje, la inspiración de la imagen, pero no el vestido. Y para vestirla hay que observar ecuánimemente y sin apasionamiento peligroso la claridad y sonoridad de la palabra.-

Y por último el poeta que quiere librarse del campo imaginativo, no vivir exclusivamente de la imagen que producen los objetos reales, deja de soñar, y deja de querer. Ya no quiere, ama.
Pasade la imaginacion que es un hecho del alma, a la inspiracion que es un estado del alma. Pasa del análisis a la fe. Aquí ya las cosas son porque si, sin efecto ni causa explicable. Y no hay términos, ni limites, admirable libertad.
Así como la imaginación poética tiene una lógica humana, la inspiración poética tiene una lógica poética sin mas. Y ASI COMO LA IMAGINACIÓN ES UN DESCUBRIMIENTO, LA INSPIRACIÓN EN TODO CAMPO DE ACCIÓN, ES UN DON, UN INEFABLE REGALO
.



PUÑAL

El puñal

entra en el corazón

como la reja del arado

en el yermo.


No.
No me lo claves.
No.


El puñal,
como un rayo de sol,

incendia las terribles

hondonadas.

No.

No me lo claves.

No.


ENCRUCIJADA


Viento del Este:

un farol

y el puñal

en el corazón.

La calle

tiene un temblor

de cuerda

en tensión,

un temblor
de enorme moscardón.

Por todas partes
yo
veo el puñal
en el corazón.



SORPRESA


Muerto se quedó en la calle
con un puñal en el pecho.

No lo conocía nadie.
¡Cómo temblaba el farol!

Madre.
¡Cómo temblaba el farolito

de la calle!

Era de madrugada. Nadie
pudo asomarse a sus ojos
abiertos al duro aire.

Que muerto se quedó en la calle

que con un puñal en el pecho

y que no lo conocía nadie.

(De Poema del Cante Jondo -1921)



ROMANCE DE LA LUNA, LUNA


La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira,
el niño la está mirando.

En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.

Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.

Niño, déjame que baile
cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.

Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño, déjame, no pises
mi blancor almidonado.

El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua, el niño
tiene los ojos cerrdos.

Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.

¡Cómo canta la zumaya,
ay cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.

Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela,
el aire la está velando.


ROMANCE SONÁMBULO


Verde que te quiero verde.
Verde viento, verdes ramas,
el barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.

Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.

Verde que te quiero verde,
bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.

*
Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.

La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.

¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.

Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.

Si yo pudiera, mocito,
ese trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.

Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?

Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.

Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
¡dejadme subir!, dejadme
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.

*
Ya suben los compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.

Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panaderos de cristal
herían la madrugada.

*
Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y albahaca.

¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está tu niña amarga?
¡Cuántaas veces te esperó!
¡Cúantas te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!

*
Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.

Un carámbano de luna
la sostiene el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.

Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas,
el barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.


MUERTE DE ANTOÑITO EL CAMBORIO

Voces de muerte sonaron
cerca de Guadalquivir.
Voces antiguas que cercan
voz de clavel varonil.

Le clavó sobre las botas
mosrdiscos de jabalí.
En la lucha daba saltos
jabonados de delfín.

Bañó con sangre enemiga
su corbata carmesí,
pero eran cuatro puñales
y tuvo que sucumbir.

Cuando las estrellas clavan
rejones al agua gris,
cuando los erales sueñan
verónicas de alhelí,
voces de muerete sonaron
cerca de Guadalquivir.

*
Antonio Torres Heredia,
Camborio de dura crin,
moreno verde luna,
voz de clavel varonil:
¿Quién te ha quitado la vida
cerca de Guadalquivir?

Mis cuatro primos Heredias
hijos de Benamejí.
Lo que en otros no envidiaban,
ya lo envidiaban en mí.

Zapatos color corinto,
medallones de marfíl,
y este cutis amasado
con aceituna y jazmín.

¡Ay Antoñito el Camborio,
digno de una Emperatriz!
Acuérdate de la Virgen
porque te vas a morir.

¡Ay Federico García,
llama a la Guardia Civil!
Ya mi talle se ha quebrado
como caña de maíz.

Tres golpes de sangre tuvo
y se murió de perfil.
Viva moneda que nunca
se volverá a repetir.

Un ángel marchoso pone
su cabeza en un cojín.
Otros de rubor cansado,
encendieron un candil.

Y cuando los cuatro primos
llegan a Benamejí,
voces de muerte cesaron
cerca de Guadalquivir.

(De Romancero Gitano -1924-1927-)




INTRODUCCIÓN A LA MUERTE

POEMAS DE LA SOLEDAD EN VERMONT

MUERTE

¡Qué esfuerzo!
¡Qué esfuerzo del caballo por ser perro!
¡Qué esfuerzo del perro por ser golondrina!
¡Qué esfuerzo de la golondrina por ser abeja!
¡Qué esfuerzo de la abeja por ser caballo!
Y el caballo,
¡qué flecha aguda exprime de la rosa!,
¡qué rosa gris levanta su belfo!
Y la rosa,
¡qué rebaño de luces y alaridos
ata en el vivo azúcar de su tronco!
Y el azúcar,
¡qué puñalitos sueña en la vigilia!
y los puñales,
¡qué luna sin establos, qué desnudos!
piel eterna y rubor, andan buscando.
Y yo, po los aleros,
¡qué serafín de llamas busco y soy!
Pero el arco de yeso,
¡qué grande, qué invisible, qué diminuto!
sin esfuerzo.


NOCTURNO DEL HUECO

II

Yo.
Con el hueco blanquísimo de un caballo,
crines de ceniza. Plaza pura y doblada.

Yo.
Mi hueco traspasado con las axilas rotas.
Piel seca de uva neutra y amianto de madrugada.

Toda la luz del mundo cabe dentro de un ojo.
Canta el gallo y su canto dura más que sus alas.

Yo.
Con el hueco blanquísimo de un caballo.
Rodeado de espectadores que tienen hormigas en las palabras.

En el circo del frío sin perfil mutilado.
Por los capiteles rotos de las mejillas desangradas.

Yo.
Mi hueco sin ti, ciudad, sin tus muertos que comen.
Ecuestre por mi vida definitivamente anclada.

Yo.
No hay siglo nuevo ni luz reciente.
Sólo un caballo azul y una madrugada.


(De Poeta en Nueva York -1929-1930)



GACELA DEL AMOR DESESPERADO


La noche no quiere venir
para que tú no vengas,
ni yo pueda ir.

Pero yo iré,
aunque un sol de alacranes me coma la sien.

Pero tú vendrás
con la lengua quemada por la lluvia de sal.

El día no quiere venir
para que tú no vengas,
ni yo pueda ir.

Pero yo iré
entregando a los sapos mi mordido clavel.

Pero tú vendrás
por las turbias cloacas de la oscuridad.

Ni la noche ni el día quieren venir
para que por ti muera
y tú mueras por mí.


(De Diván del Tamarit - 1936)



EL POETA PIDE A SU AMOR QUE LE ESCRIBA


Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena, pues, de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.

(De Poemas Sueltos)




Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el sólo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política.

FEDERICO GARCÍA LORCA